Dos hombres que han sido contratados para asesinar al productor de cine Mike Max, que ha amasado una gran fortuna haciendo películas violentas, son asesinados al día siguiente. El productor, en cambio, consigue huir, pero el crimen ha quedado registrado en vídeo: el Observatorio Griffith Park, situado en una colina, viola la intimidad individual grabando toda clase de sucesos. La excusa es la lucha contra la violencia.