Tras presenciar el asesinato de su padre, el pequeño Mikoa huye de la plantación en la que trabaja como esclavo. Janson, amo de la plantación, y su hijita Laura, se lo encuentran perdido por la selva y deciden presentarle al Padre Braulio, un misionero que lo acoge como si fuera hijo suyo. El joven nativo es criado y educado en la misión, convirtiéndose en un buen hombre enamorado de su amiga de infancia, sin embargo, aún le queda mucho odio hacía la persona que mató a su padre, Charles, un cruel capataz blanco al que ahora se encuentra al servicio de unos negros revolucionarios.